Los piratas del presente

Mis vecinos, que se han convertido en mis mejores amigos desde que me mudé, dicen que esta isla está llena de ovejas negras y tienen razón. No solo los clientes fieles de 50 años plus que están sin falta en el bar donde trabajo desde las 11 de la mañana, sino también hijos de millonarios gringos, que no terminaron de ser aceptados por sus familias. Algunos europeos que vinieron de vacaciones, se enamoraron, se separaron, pero se quedaron porque ya se habían acostumbrado. Hippies hondureños, incomprendidos por las ciudades. Chicas fresas y no tan fresas en busca de de visa, vendedores de artesanías de jade, que son piezas todas idénticas. ¿Son estos los piratas del presente? Es una acumulación de perdedores, pero a la vez me inspiran ternura. ¿Soy yo uno de ellos?