En defensa de las imágenes pobres
Hace un par de semanas, hice un pequeño viaje con mi amigo Federico a la isla de Utila. Teníamos poca batería en el celular, y por aquello de "vivir en el momento", decidimos dejar nuestros celulares en casa e irnos en bicicleta a una playa retirada del centro. La belleza de la playa nos hizo arrepentirnos de nuestra decisión anti celular porque nos dieron muchas ganas de tomar fotos. Gracias a mi trabajo remoto, yo siempre viajo con mi MacBook, y recordé que la tenía en la mochila, así que, pensando que era mejor que nada, tomé una foto con la webcam (si se fijan en la esquina izquierda se ve que está mi hombro sosteniendo la computadora tipo selfie) lamentándome que era la única que tenía.
Fue hasta un par de días después, cuando encontré la foto en mi computadora, que logre apreciarla no a pesar de su baja calidad, sino que por ella. Recordé un ensayo que leí en la universidad llamado "En defensa de la imagen pobre" de Hito Steyerl que es básicamente una oda a las imágenes comprimidas, lo que normalmente diríamos que es de "mala calidad". Me parece interesante es idea de las buenas y malas imágenes, ¿Por que esa obsesión con verlo todo claramente en una fotografía? ¿Cómo definimos que tan claro se ve algo, tomando en cuenta que en la vida real ni siquiere vemos la vida con tanta claridad? En la publicación anterior hablo sobre como cambiamos de un momento a otro, no digamos con el paso de los meses y los años, al punto que no sé que tanto se puede decir que somos la misma persona. Con eso en mente, me pregunto que tanto sentido tiene obsesionarnos con la resolución de una imagen y lo ingenuo que es pensar que solo porque una imagen tiene alta resolución, es una mejor representación de la realidad tan multidimencional que vivimos.
¿No será más bien que las irregularidades y visibles pixeles de las imágenes pobres son una mejor representación de la naturaleza cahótica e incompresible de la vida?
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